Reseña/

 

Andrés Garay Albújar (Ed.)

Fotografía Max T. Vargas. Arequipa y La Paz

Universidad de Piura. Piura, 2015, 223 pp.

 

Quizá uno de los peores acontecimientos en la historia de la fotografía peruana sea la desaparición del archivo de Maximiliano Telésforo Vargas (Arequipa, c.1873 – Lima, 1959). Y es que los estudios que se han ido realizando acerca de su trabajo, llevados a cabo en muchos casos a partir de material fragmentario y disperso, no hacen sino corroborar la importancia de su figura en el panorama de la fotografía de la última década del siglo XIX y de las primeras décadas del XX, no solo en el Perú, sino también en Bolivia.


En este sentido, la publicación de Fotografía Max T. Vargas. Arequipa y La Paz (Universidad de Piura, 2015), volumen editado por Andrés Garay Albújar que recoge diversos ensayos sobre la obra de este fotógrafo, es una contribución fundamental a la comprensión de la importancia e influencia de la obra de Vargas, en la medida en que reúne estudios realizados desde diversas perspectivas y a partir de distintos archivos de América y Europa y permite al lector hacerse una idea de conjunto tanto del carácter prolífico y diverso de la fotografía de Max T. Vargas como de su actividad empresarial, sus logros estéticos y su influencia en fotógrafos posteriores, como los hermanos Vargas y Martín Chambi.

 

El volumen está compuesto por un estudio de Annika Buchholz titulado Las imágenes de Max T. Vargas en archivos científicos alemanes y su relación con la construcción visual de identidades y espacios del Sur Andino a principios del siglo XX. A él se suman el ensayo Las fotografías arquitectónicas de Max T. Vargas de Ramón Gutiérrez, El fotógrafo Max T. Vargas. Su actividad en Bolivia y sus contemporáneos de Pedro Querejazu Leyton y Max T. Vargas: el fotógrafo como empresario y artista en el altiplano peruano boliviano de Jorge Villacorta Chávez y Andrés Garay Albújar. Completa el volumen una recopilación artículos y avisos que dan cuenta de la presencia de Max T. Vargas en los medios de comunicación impresos y una cronología básica de la vida del fotógrafo. .


Los primeros dos ensayos del libro permiten al lector hacerse una idea de la importancia de las denominadas “vistas”, tanto en el negocio de los fotógrafos de inicios del siglo XX como en su papel en la construcción de una imagen de la sociedad en la región sur andina. En este sentido, destaca la contribución de Buchholz, quien articula la producción fotográfica de Max T. Vargas con los estudios americanistas realizados por científicos alemanes de la época y, con ello, contribuye, desde la documentación resguardada en el Instituto Íbero Americano de Berlín, a esclarecer la ideología detrás de las construcciones identitarias formuladas a partir de información etnofotográfica. Desde Argentina, Gutiérrez ofrece un análisis del papel de la fotografía de arquitectura en el trabajo de Max T. Vargas y sus contemporáneos y sucesores. El archivo que maneja, perteneciente al Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana, y las alusiones que hace al universo conocido de imágenes del fotógrafo y sus colegas, permite establecer interesantes relaciones que dan cuenta del sentido de parte de la producción de Vargas, aunque su carácter es en cierto modo de ancilar relación con el resto de su trabajo.


Querejazu y Villacorta y Garay ofrecen ensayos elaborados desde una perspectiva histórica que presta atención especial a los desarrollos estéticos de la producción fotográfica así como a sus aspectos mercantiles. Con ello elaboran una imagen clara del oficio del fotógrafo en la época y de la importancia de Max T. Vargas en abrir y definir ese campo profesional. Querejazu ofrece invalorable información sobre el trabajo del fotógrafo en Bolivia y sus aportes y relaciones con sus colegas. Villacorta y Garay detallan, ampliando lo que ya han publicado antes al respecto, los distintos ámbitos en los que se desenvolvió Max T. Vargas como fotógrafo y cómo estableció estándares estéticos a la vez que vetas de desarrollo profesional en los ámbitos del retrato, la creación y difusión de postales con vistas y tipos, el trabajo de prensa, etc.

 

No deja de ser interesante, y sumamente útil, el anexo con la recopilación de artículos y avisos que dan cuenta de la presencia de Max T. Vargas en los medios de comunicación escrita.

 

En suma, el volumen delinea con precisión tanto la profesión del fotógrafo, tal como la definió para sí mismo y para sus discípulos Max T. Vargas, como la trayectoria y logros fotográficos de quien aparece cada vez más como figura clave de la fotografía en el Sur Andino. Todo ello, para el lector avisado, servirá de motivo de reflexión acerca del papel de la fotografía en la sociedad de los Andes del sur a fines del siglo XIX y principios del XX y cómo éste se fue configurando a partir de las necesidades de dicha sociedad y, a la vez, se fue convirtiendo en una poderosa fuerza moldeadora de nuestra cultura.


Por Carlo Trivelli
carlo.trivelli@gmail.com

 

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